Para Platón el hombre está formado por dos elementos (cuerpo y alma). El cuerpo es una entidad puramente sensible, ha sido formado por el Demiurgo que es un pequeño dios de origen pitagórico.
El cuerpo está sometido a corrupción y muerte rápida, mientras que el alma tiene un destino inmortal de fusión con la Inteligencia Universal.
Pero, siendo el humano un ser consciente y libre para ejercer su voluntad, es él mismo el que determina si se ha de regir por el cuerpo o por el alma; si va a ser perecedero o eterno.
Pero de ninguna manera existe la posibilidad de la inmortalidad del cuerpo. Sólo el espíritu es perdurable.
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