sábado, 20 de abril de 2019

A partir del Idealismo el Demiurgo es cada uno de nosotros

Platón adhería fervientemente a la Cosmología Egipcia.

Desde la más remota antigüedad, desde el principio de la conciencia en la Tierra, hace 3.500 millones de años, todo era agua; la única realidad que experimentamos fue el agua. La  primera realidad que percibimos es el agua, aún desde nuestra experiencia individual (intrauterina).

 
Desde el principio de los tiempos sólo existía el Nun, las aguas cósmicas primordiales, y todo era silencio, tinieblas y vacío para el nuevo germen.

Era lo indefinido, era el ancestro de todo cuando iba a existir a partir de él.

El Nun primordial contenía un formidable poder donde se encontraba la esencia de la Creación. Esta esencia era el Demiurgo, el principio creador que sentía la vida dentro de sí.

Cuando el germen tuvo conciencia de la vida que llevaba en su seno comenzó a moldearse a sí mismo hasta alcanzar una forma tangible. Se había producido la separación entre el Demiurgo y el Nun.

El Nun quedó relegado a una posición marginal, pero no perdió las características que lo definían sino que continuaba siendo un lugar inhóspito cuyas fuerzas caóticas y turbulentas amenazaban permanentemente con destruir el mundo organizado por el Demiurgo.


 Se decía que era en el Nun donde el Sol se sumergía cada noche para renacer al día siguiente, tras su victoria en un duro enfrentamiento con la serpiente Apofis, eterna aspirante a conseguir el naufragio del Bien.


Apofis, la metáfora del Mal

 El Nun era el destino final de las almas errantes que no habían podido acceder al reino de Osiris.
El equilibrio de la creación siempre estaba en precario porque el Nun permanecía continuamente al acecho intentando restaurar el caos en el mundo organizado.
La posibilidad de la extinción del mundo influyó poderosamente en el pensamiento religioso egipcio haciendo que sus creencias contuvieran complejos ritos y numerosos símbolos orientados a preservar el equilibrio logrado.
Todas las nociones religiosas que nacieron en Egipto partían de un concepto único y común, pero los sacerdotes de cada una de las regiones que alcanzaron importancia crearon una cosmogonía particular.


LA VISIÓN EGIPCIA DEL MUNDO
Sus sacerdotes fueron los creadores de la cosmogonía más conocida y llamaron Atum al ser emergido del Nun. Lo consideraban como un dios solar creador y maestro universal. Los teólogos creían que iba adquiriendo varias formas a lo largo de su carrera celestial: era Kepri, el Sol del amanecer, Ra, el del mediodía, y Atum el del atardecer.
Los tres representaban al Sol, pero cada uno lo hacía de un aspecto: Atum era el potencial creativo, Ra, encarnaba la materialización del potencial y Khepri simbolizaba el renacimiento de la vida con la luz.


Desde aquí Aristóteles crea su filosofía: la diferenciación entre la Potencia y el Acto. Por ejemplo: una semilla es un árbol o una planta en potencia; un niño es un hombre en potencia. ... Aristóteles define el movimiento en general como el paso de la potencia al acto. Para Aristóteles la causa es el factor o principio del que depende una cosa.

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